La Intervención temprana ha experimentado un cambio paradigmático, transitando desde un enfoque clínico hacia una práctica más holística y centrada en la familia. Este giro conceptual no solo enriquece el abordaje terapéutico, sino que también enfatiza la importancia de esta como eje del desarrollo infantil, especialmente en niños con autismo o retraso del desarrollo.
La familia constituye el núcleo central en el desarrollo de cualquier niño, pero su relevancia se intensifica en aquellos con necesidades especiales. Es en el seno familiar donde los niños aprenden las habilidades básicas de comunicación y conducta, por lo que las intervenciones mediadas por cuidadores se han vuelto cruciales. Estas estrategias se diseñan para abordar las necesidades específicas del niño, promoviendo su inclusión en entornos naturales y fomentando la interacción espontánea y el aprendizaje.
Las prácticas recomendadas en Intervención temprana ahora reconocen la eficacia del aprendizaje en estos entornos naturales y a través de oportunidades de aprendizaje cotidianas. En contraposición a métodos antiguos que aislaban al niño en entornos artificiales, las prácticas actuales promueven la interacción con compañeros y miembros de la familia, integrando a los niños en la dinámica familiar y comunitaria.
El acuerdo sobre prácticas centradas en la familia refuerza este cambio de paradigma, alentando a los profesionales a trabajar de la mano con las familias. Este enfoque individualizado y flexible considera a las familias como socios iguales y colaboradores necesarios para facilitar el desarrollo del niño. La intervención se centra en fortalecer el funcionamiento familiar, generando oportunidades de aprendizaje contextualmente mediadas y evitando reproducir en casa modelos de intervención terapéutica inapropiados.
Las estrategias de intervención que adoptamos deben estar alineadas con estos principios, desde la capacitación de la familia hasta la implementación de terapias que promuevan una comunicación efectiva. Es fundamental que profesionales y familias trabajen como un equipo unido, con los cuidadores tomando decisiones finales informadas y empoderadas.
La Intervención temprana de hoy, por tanto, está definida por un enfoque holístico y colaborativo, donde el profesional guía y apoya, co-construyendo junto con la familia un entorno propicio para que el niño alcance su máximo potencial. Las próximas publicaciones se adentrarán más en estas prácticas recomendadas y en el coaching en Intervención temprana, con especial atención en las estrategias más efectivas para la intervención en la comunicación y conducta, siempre con la familia como eje central de la terapia.
En Motivatea, entendemos que la Intervención temprana centrada en la familia es más que una metodología; es una filosofía que valoriza y respeta la singularidad de cada niño y su contexto familiar. Continuaremos explorando y compartiendo conocimientos y técnicas que empoderen a los profesionales y a las familias en este viaje de desarrollo y crecimiento.